
La clase obrera supone el 84% de la población ocupada y es el único sector social imprescindible. Nuestra sociedad no subsiste sin camareros, profesoras, limpiadores, sanitarias, albañiles, mecánicos o aparadoras… No obstante, los trabajadores ya no nos sentimos ni somos percibidos como “la clase” por antonomasia. Sin duda ello está vinculado a fenómenos como la menor conciencia de clase (Muchos trabajadores se autoconciben como “clase medias” o participan, siquiera inconscientemente a las críticas a la “política” y a los “sindicatos” en general, asumen los mitos liberales de la movilidad social y el “emprendimiento” e incluso algunos apoyan las propuestas antiobreras y ultraliberales de la extrema derecha). Esto se refleja en el menor peso del sindicalismo ( sólo el 13’7% de la clase obrera está afiliada a un sindicato) con lo que implica de difuminación de los valores apoyo mutuo, históricamente ligados al sindicalismo, y de pérdida de capacidad de negociación (está demostrada la relación entre fuerza sindical y estabilidad laboral). Esta pérdida de peso del sindicalismo es el resultado de cambios productivos, de una feroz campaña antisindical por parte de los medios del sistema y a la práctica burocrática de las direcciones sindicales mayoritarias.
Esto es debido a las transformaciones de la estructura productiva, (pérdida peso industrial, pérdidas de salariales, dependencia del turismo), la estructura económica de nuestro país caracterizada por el peso exagerado del turismo y la hostelería y dependencia energética e industrial con predominio de la pequeña empresa especializada en productos y servicios con poca productividad y poco valor creado. Al mismo tiempo buena parte de la izquierda ha sido colonizada por lógicas posmodernas que dan más importancia a las legítimas identidades individuales que a la lucha colectiva de los trabajadores como clase, como pueblo y como país. Esta deriva posmoderna y la práctica burocrática de las direcciones sindicales ha sido un eficaz aliado de las clases dominantes y sus medios de manipulación ideológica en las sociedades capitalistas y ha favorecido que se impongan entre la clase los valores individualistas y el abandono de la perspectiva socialista.
Una clase obrera sin conciencia política de clase, desorganizada sindicalmente y sin expectativas en lo político y muchas veces en lo laboral no tiene capacidad de negociación y nos hace asistir a la pérdida de derechos sociales y laborales. Mientras hace unas décadas el salario se incrementaba y las condiciones laborales mejoraban y una familia podía vivir con el sueldo de uno de sus miembros hoy vemos como las diversas reformas laborales del PP y del PSOE han ido empeorando la estabilidad laboral y la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora. (Un PSOE, por cierto, del que su firma no tienen valor como hemos visto tanto en el pacto de gobernabilidad y legislatura como en otros acuerdos parlamentarios, al menos en lo relativo a la reforma laboral y el derecho a la vivienda).
La crisis del coronavirus, con la activa participación de la patronal y la Unión Europea y la complicidad del gobierno, especialmente de los ministerios vinculados al PSOE, ha supuesto la coartada para que seguir quitando derechos sociales y laborales a la clase obrera. Se está facilitando el despido al hacerlo más barato y haber menos trabas para EREs y despidos por causas económicas. Se está negando la capacidad negociadora de la clase obrera al perder importancia el convenio colectivo frente al de empresa y el favorecimiento del descuelgue salarial. Al tiempo cada vez son más importantes las subcontrataciones y externalizaciones. Desaparecen también los salarios de tramitación y un sector del gobierno se pone a favor de la UE y el FMI promoviendo retraso de la jubilación y mientras pierden poder adquisitivo las pensiones. La pérdida de derechos de los jóvenes y la existencia de falsos autónomos termina de diseñar un panorama desalentador para la clase obrera, víctima también de bajos salarios y precariedad. Precariedad que está siendo santificada por una campaña propagandística del sistema para convertir pobreza y condición precaria en algo “in” con términos como “coworking”, “coliving”,etc. Todo en un contexto de fuertes pérdidas también para autónomos y pequeña empresa y el resto de pueblo trabajador donde la economía pierde capacidad de financiación y los hogares la necesitan y España pierde soberanía económica (Recordemos que la Industria, agricultura y construcción suponen sólo el 25% del PIB y nuestro endémico déficit en comercio exterior).
Ante esta situación es necesaria una alternativa para nuestra clase, nuestro pueblo y nuestro país A largo plazo esta alternativa es incompatible con el capitalismo con su permanente tendencia a la crisis y basado como está en la explotación de las mayorías sociales, de los pueblos y del medio ambiente. A medio plazo es incompatible con el régimen del 78 diseñado por y para una oligarquía corrupta. LA ALTERNATIVA REQUIERE MÁS PODER Y ORGANIZACIÓN PARA LA CLASE OBRERA.
Es imprescindible potenciar un movimiento obrero y sindical combativo. Hay que ampliar blindar y defender los derechos sociales (empleo de calidad con salario digno, vivienda, educación, servicios sociales y renta básica). Como hay que defender el sector público y exigir un Estado fuerte, intervencionista y social al servicio de nuestro país y su mayoría popular. Hay que exigir al gobierno que ponga fin integralmente a la reforma laboral, que impulse medidas proteccionistas y que considere que las grandes tareas nacionales son la Industrialización y la soberanía política y económica de España.
La Industrialización ha de ser la gran tarea nacional inmediata que todavía no se ha tratado seriamente ni en los planes de reconstrucción postpandemia ni en los presupuestos del Estado y las CCAA. Esta industrialización es imposible bajo una UE al servicio de los intereses alemanes y del norte de Europa por lo que ha de ir pareja a una defensa eficaz de nuestra soberanía sin la que tampoco podrá haber un estado social que proteja a la mayoría, especialmente a la clase obrera y, mucho menos, una perspectiva socialista. La Soberanía implica la búsqueda de un nuevo modelo geopolítico con alianzas dentro y fuera de la UE; Europa del Sur y el eje latino, Rusia, China y, sobre todo, con América Hispana.
Avanzar en esta dirección exige a medio plazo la III República Española que rompa con el régimen del 78 y a corto plazo articular la Unidad Popular como unidad del pueblo basada en la unidad de la izquierda pero que vaya más allá en una clave de la unión transversal de TODO el pueblo con una perspectiva republicana, democrática, socialista y auténtica y honestamente patriota defendiendo más y mejor España para todos los pueblos que la componen, para todos nuestros compatriotas y convecinos, especialmente para el pueblo trabajador.
En este 1 de Mayo llamamos:
- A LAS ORGANIZACIONES SINDICALES Y POPULARES A ACTIVAR UN SINDICALISMO COMBATIVO Y DE CLASE.
- A LOS MOVIMIENTOS POLITICOS Y SOCIALES DEMOCRÁTICOS A PONER EN MARCHA MESAS POR LA INDUSTRIALIZACIÓN Y SOBERANÍA.
- A TODA IZQUIERDA A CAMINAR HACIA LA UNIDAD POPULAR EN CLAVE REPUBLICANA, SOCIALISTA Y PATRIOTA PARA ARTICULAR UNA ALTERNATIVA DE PAÍS, DE RÉGIMEN Y DE SISTEMA.
¡ VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA. VIVA EL PRIMERO DE MAYO!