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La République contra las libertades

logo.publicaciones.blog347 personas detenidas. 317 de ellas han quedado bajo arresto. Este es el saldo de las protestas que tuvieron lugar el 29 de Noviembre en la Plaza de la República de París, en el contexto más amplio de las protestas contra la Cumbre del Clima (COP21). El gobierno francés se escuda en que estas protestas no habían sido autorizadas pues, desde los atentados del 13 de Noviembre, Francia vive bajo el Estado de Excepción. Una deriva peligrosa.

Echemos un poco la vista atrás. Para encontrarnos con una situación de emergencia como la actual tendríamos que trasladarnos a 2005, cuando se declaró el Estado de Excepción en 25 departamentos franceses, en el contexto de los conflictos de las banlieues. O todavía más lejos, 1961, la única vez, hasta ahora, en el que el Estado de Excepción se aplicó a todo el territorio nacional. Entonces Francia y Argelia se desangraban en una cruenta lucha en la que los Derechos Humanos y las libertades más básicas fueron dejadas de lado.

detenidos francia

Quizás sorprende que una medida así haya sido tomada por el gobierno socialdemócrata de Hollande y Valls. Quizás sorprenda el avasallador respaldo que recibió la propuesta de prolongar este Estado de Emergencia durante tres meses, en la Asamblea de Francia. Quizás sorprendan los diferentes sondeos a la población gala, que parece respaldar en su mayoría tal medida. O quizás no. Parece cierto, a tenor de lo visto estos días, que, ante la pregunta ¿Libertad o seguridad? la mayoría de la ciudadanía se decanta por la segunda respuesta. Pero no es menos cierto que la pregunta es de por sí capciosa. Función del Estado es velar por la seguridad de sus ciudadanos, sí, pero también lo es velar por las libertades fundamentales de éstos. La una no excluye a la otra.

Volviendo a lo ocurrido el 29 de Noviembre en la Plaza de la República, encontraremos difícilmente justificable lo ocurrido en aras de la salvaguarda de la seguridad, pues difícilmente podremos vincular las manifestaciones contra una cumbre climática con la “guerra contra el terror” que ha motivado este Estado de Emergencia. En cambio no nos será difícil comprenderlo como un atentado contra la libertad de expresión y manifestación.

Y llegamos a lo interesante de la cuestión. El Estado de Excepción se nos presenta como un arma necesaria para acabar con el enemigo, en este caso el yihadismo internacional, personificado en DAESH, que golpeó brutalmente el corazón de Francia. Sin embargo este terrible hecho ha servido de legitimación al gobierno francés para suspender algunas de las libertades más básicas, dotar al estamento policial de unas atribuciones excepcionales en detrimento del judicial y aprovechar para limitar el derecho de manifestación en unos momentos de crisis económica donde las clases populares sufren severos recortes en sus derechos más básicos y la única forma de frenarlos es saliendo a la calle a reivindicarlos.

Pero en Francia, como ya ocurriera en Estados Unidos tras los atentados del 11-S, parece que se está instalando el pensamiento único. La derrota al enemigo se sitúa por encima de cualquier otra consideración. El Estado está legitimado a suspender las libertades básicas en aras del bien mayor: la seguridad. Pero todo esto es falso, lo que ellos buscan no es nuestra seguridad, sino la de los bancos, la seguridad de que sigan obteniendo beneficios en detrimento de los intereses de las clases trabajadoras. Una guerra, pero de clases, donde la oligarquía francesa lo está llevando a unos límites de represión brutales para criminalizar y amedrentar a aquellos que osan plantarles cara saliendo a la calle.

No se puede utilizar el miedo como pretexto para limitar las libertades, no podemos permitir que se cree este precedente. Desde los tiempos de su Revolución, Francia siempre se ha vanagloriado de ser el gran adalid de la Libertad. Un repaso a su Historia más reciente pondría esta afirmación en tela de juicio fácilmente. El Estado de Excepción, las detenciones del 29 de Noviembre, la retórica belicista e hipócrita del “todo vale” para supuestamente derrotar al enemigo (no olvidemos que Francia ha financiado a grupos terroristas), bombardear Siria con la excusa de la lucha contra el terrorismo asesinando a civiles, ahondan más en la brecha . Seguridad sí, pero la que vela por nuestros derechos, y no a cualquier precio.


Análisis de la situación actual: ¡No a la guerra!

logo.publicaciones.blogCrisis económica, terrorismo, inmigración, refugiados, conflicto armado, y ambiente pre-bélico en las “retaguardias” occidentales, unido a una crisis económica severa. Estos son los componentes de una actualidad internacional, con capacidad objetiva de afectar de manera dramática a nuestras vidas, a nuestra economía, a nuestros derechos, a nuestra seguridad y a nuestra libertad.

Diariamente aparecen en los medios de comunicación multitud de artículos, debates y declaraciones de periodistas, politólogos, políticos, analistas militares o financieros, más o menos prestigiosos, pasando revista y analizando la génesis y el desarrollo de los convulsos acontecimientos, que nos sitúan en el umbral de una crisis de inestabilidad capaz de amenazar la paz, con riesgo objetivo de sumir a España y a su entorno europeo, en una crisis tan peligrosa como la que precedió a la segunda guerra mundial.

Esta predicción podría calificarse de alarmista o agorera, si no coincidiesen en el tiempo y en el espacio, tantos elementos desencadenantes, tantos intereses en juego, ni tanto poder acumulado en unos medios políticos, económicos y militares, cuyas decisiones se adoptan en función de sus propios intereses, buscando únicamente su propio beneficio, manipulando la escasa representatividad democrática en las instituciones, y utilizando todos los recursos transversales de los estados, para manipular, desinformar o anestesiar, la capacidad crítica de la conciencia individual y colectiva.

Los medios de comunicación, tan importantes para que la ciudadanía disponga de la información y la orientación necesaria para establecer su propio criterio ante los acontecimientos, están siendo utilizados por el poder, presentando un cóctel informativo en que el terrorismo, las columnas de refugiados, las pateras, la Yihad islámica, el ISIS, Siria, París, Túnez o Irak, los aviones derribados…, son el rostro emergente de un enemigo, aparecido en nuestras vidas inesperadamente y según con cuentan, sin motivo, volcando toda la capacidad intoxicadora de las fuentes informativas, a través de unos medios sometidos o comprados, con el fin de que los ciudadanos, atenazados por el terror que infunden estas amenazas, se plieguen a la aceptación, complaciente o resignada, de políticas agresivas que en nombre de la seguridad, otorguen cheques en blanco a los gobiernos, para incrementar presupuestos y forjar alianzas militares, que comprometan la seguridad de España, aunque sea a costa de recortar -aún más- las partidas destinadas a las políticas sociales, sanidad, pensiones, educación, etc.

En previsión de que los movimientos sociales, que recientemente comienzan a movilizarse en nuestro país, los poderes del Estado, como agentes defensores de los intereses del Sistema, han diseñado un amplio plan preventivo, a base de criminalizar las expresiones de descontento y de castigarlas con medidas penales, como las contempladas en la “Ley Mordaza”, pero también con la articulación de medidas legislativas y de reglamentación, de control cibernético de las comunicaciones, de los desplazamientos, de la expresión del pensamiento, y hasta la vigilancia por vídeo del discurrir diario de la vida de los ciudadanos.

Nuestras libertades, las pocas que aún perduran, después de tantas décadas de lucha por rescatarlas del fascismo, corren serio peligro de ser abolidas en nombre de la “seguridad”, o incluso, “de la libertad”, si no somos capaces de afrontar el difícil objetivo de alertar a la gente sobre estos peligros, a pesar del ruido inducido del “pan y circo” con que obsequian a los españoles, labor para la que no regatean ni medios humanos, ni tánicos, ni económicos, para que al final de todo no tengamos ni seguridad, ni libertad.

O movilización popular …o peligro de guerra.

¡NO A LA GUERRA!.